Názik Al-Malaika
(1923-2007)
Los fugitivos
¿Por qué vagamos por remotas tierras?
El espejismo nos arrasa,
la llanura nos entrega a otra llanura,
y la curva nos engaña.
¿A qué vinimos? Nos pregunta el mar: ¿Qué queremos?
Y los faetones del viento nos persiguen
y repiten la pregunta.
La única respuesta en nuestras silenciosas caras
son las líneas del tedio en las noches largas.
Nosotros humos, y ellas siguen persiguiéndonos.
Y el horizonte nos pregunta, ¿adónde viajamos?, ¿adónde vamos?
¿De qué huimos?, ¿y por qué?, ¿y a qué destino?
Y en nuestro silencio hay corazones que laten.
Y las huellas de esperanza en nuestro pesimismo
son alegría que no soportamos,
por eso buscamos una pequeña herida de tristeza.
En nuestra andadura oímos que la noche se burla de nuestro secreto,
nos persigue por la oscuridad y trae el viento hacia nosotros.
Nos dice el camino
por qué recorremos esta remota existencia.
Nuestro ayer nos sigue con cara amistosa.
¿Hasta cuándo huiremos de nuestra sombra?
En nuestro camino por la oscuridad, percibimos la burla de la luna,
nos enoja en sus entrañas el frío,
y algunos árboles impiden el paso.
Y se burla de nosotros el ocaso,
profetiza que vamos a la nada,
que somos, pese a nosotros, humanos.
Y alguna noche, oímos a la orilla de los caminos
el susurro del eco diciendo en la oscuridad
que somos cobardes... Tememos el ocaso
y abandonamos una larga lucha
para huir de nosotros mismos, no por deseo de partir,
sino por seguir siendo extraños.
Y aquí seguimos, donde empezamos, vagando inmersos en esta oscuridad.
Muere el invierno, y las preguntas, cuyas respuestas la primavera no dará.
Los ojos ciegos,
y el mañana nos pregunta: ¿quién seréis?
Y nuestro ayer nos deja en la niebla de los siglos.
¡Oh mar!, ¡oh noche!,
¿dónde nos perdemos?
Grazas, querida Celeste Seoane, por este fermoso volume
Diván de poetisas árabes contemporáneas (2016, edición e tradución de Jaafar Al Aluni)