Uno de los recursos narratológicos más fecundos y atractivos para mí como lectora es el multiperspectivismo. Me fascinó desde la lectura de los textos de
Henry James (de hecho escribir esto me hace desear revisitarlos): esa maestría de jugar con diferentes narradores y puntos de vista para crear un texto polifónico y significativo.
Así, descubrir una nueva novela de
Sándor Márai (después de
El último encuentro, que comentamos
aquí) donde este recurso compositivo está usado con magistralidad, fue una delicia.
La mujer justa (2005), traducida por
Agnes Csomos, se presenta a través de tres voces, tres puntos de vista, tres sensibilidades diferentes. ¿El objetivo? Desentrañar una historia de pasión, mentiras, traición y crueldad concebida por
Sándor Márai en los años cuarenta, los años de
El último encuentro y
Divorcio en Buda, la época más fértil y lúcida de la obra del gran escritor húngaro. Compuesta de tres monólogos, correspondientes a los tres personajes que conforman la novela,
esta edición de
Salamandra de
La mujer justa reúne por primera vez en castellano las dos primeras partes, publicadas en 1941 en Hungría, y la tercera, escrita durante el exilio italiano de Márai y añadida a la versión alemana de 1949.
La multiplicidad de voces, el juego de perspectivas (
dialogismo según
Bajtín) del triángulo Ilonka-Peter-Judit permite la creación de un efecto óptico de mosaico enriquecedor de la verdad. Los personajes se dibujan unos a otros desde perspectivas y tonos distintos para construir perfiles complejos y poliédricos (como, al fin y al cabo, somos todos nosotros). Este carácter coral y polifónico le da un carácter ambiguo y fragmentario al texto. Nos invita a subrayar, matizar o contradecir continuamente todo lo que hemos leído, y el cuadro mental que nos hemos creado, pensando que nos estamos acercando, en este ejercicio, a "la verdad". Sin embargo, al llegar al final de la novela, recordamos que todo el artificio no fue más que un efecto óptico que nos confundió en nuestra ansiosa búsqueda de la ficticia realidad objetiva.
Y aún así, nos dejamos seducir por las discrepancias en el relato. Nuestra conciencia interroga, trata de alcanzar el sentido de los hechos e intenta descifrar el universo que se nos presenta. Como lectores, evaluamos y reevaluamos con gusto porque recordamos que nuestra propia perspectiva es también restringida en sentido perceptual, epistemológico o ideológico.
Márai terminó el libro hacia el final de su carrera, con un espíritu de introspección demoledora. Se suicidó en 1989, y en el libro recoge su filosofía personal, formada a lo largo de una vida: sus actitudes hacia la verdad, la clase, la amistad, la soledad, la envidia, el amor, los celos, el trabajo, la moralidad burguesa, la cultura, el dinero y la muerte, y las revisita como mantras. Su integración en el texto es sutil, como si fuesen susurros o acotaciones y aún así, a veces absorben o diluyen el ruido de los soliloquios.
Cada narrador/a comienza dirigiéndose de forma urgente y familiar a un/a desconocido/a, y derramando sobre éste una historia hasta que se vacía la memoria, interrumpiendo el ritmo sólo para comprobar que el oyente sigue atento.
Judit es quizás el personaje más poderoso. Es la obsesión de todos los narradores (incluida ella misma) y con ella revivimos también el brillo de un imperio en ruinas tras la II Guerra Mundial.
Os dejo a continuación, una colección de citas de brillante y aguda inteligencia.
1
"El amor existe o no existe. ¿Qué más hay que saber? ¿En qué se convierte el sentimiento humano cuando detrás de él se esconden la intención y la conciencia? ¿Sabes?, cuando uno se va haciendo viejo se da cuenta de que todo es diferente de lo que pensaba: hay que ser mañoso en todo, hay que aprenderlo todo, incluso a amar (...) Somos humanos y todo lo que nos ocurre en la vida pasa por el filtro de la razón. Y a través de la razón se hacen soportables o insoportables nuestros sentimientos y nuestras pasiones. No basta con amar" (p.31)
"No se puede amar con segundas intenciones. No se puede amar con tanto crispamiento y delirio. ¿Quieres decir que sólo se puede amar así? Bueno, pues ésa era exactamente mi forma de amar" (p.35)
"Eso es lo que las mujeres no acaban de creer: ni quieren admitirlo ni pueden comprenderlo (...) Hay hombres que no necesitan amor, que pueden vivir perfectamente sin eso" (p.39)
"Todo esto, por supuesto, sin pronunciar palabra, como sucede con las cosas más graves y dolorosas. Cuando uno habla, llora o grita todo resulta más fácil" (p.42)
"Lo dijo casi con indiferencia, con tanta calma como sólo las personas mayores - que se están despidiendo de la vida - pueden demostrar, pues ya conocen el verdadero sentido de las palabras y, por lo tanto, no tienen nada que temer y respetan la verdad por encima de las normas humanas" (p.47)
"Siempre hay una mujer justa que vive en alguna parte" (p.49)
(Confesión con el sacerdote) "Una vez vino a mí una señora que amaba a un hombre, lo amaba tanto que lo mató. No lo mató con un cuchillo ni con veneno sino porque no le daba tregua, lo quería entero para ella, ansiaba quitárselo al resto del mundo. Pelearon durante mucho tiempo, hasta que un día el hombre se cansó y murió. La mujer lo sabía. El hombre se había ido a causa del agotamiento, de tanto luchar. Hija mía, tiene que saber que existen numerosas fuerzas entre los seres humanos y que las personas se matan unas a otras de muchas formas. No basta con amar, hija mía. El amor puede transformarse en un gran egoísmo. Hay que amar con humildad y tener mucha fe. La vida entera sólo tiene sentido si está animada por la fe. Dios ha dado amor a las personas para que puedan convivir mejor y soportar el mundo. Pero quien ama sin humildad pone una pesada carga sobre los hombros del otro" (p.57-58)
"(...) ese hombre era la imagen de la fidelidad. Me refiero a que no habría podido ser infiel aunque lo hubiera querido. Era fiel hasta con los objetos (...) Para él todo tenía el mismo valor, amaba el mundo y quería protegerlo de algo. A todo esto los hombres lo llaman cultura. Las mujeres, entre nosotras, tal vez no debemos usar palabras tan grandilocuentes, basta con que guardemos silencio y escuchemos con aspecto inteligente sus discursos abarrotados de expresiones latinas. Nosotras conocemos la esencia. Ellos conocen los conceptos. A menudo, ambas cosas no coinciden" (p.62)
"Ahora pensarás que soy una histérica. No, querida, soy una mujer y, por ende, soy a la vez una piel roja y una detective profesional, una santa y una espía cuando se trata del hombre al que amo. No me avergüenzo de ello. Dios me hizo así. Ésa es mi misión en la vida" (p.64)
"- He decidido conquistarlo y recuperarlo"
- Imposible (...) Él nunca se ha alejado de su lado. Por eso es imposible. Se puede recuperar a alguien que es infiel. Se puede recuperar a alguien que se ha ido. Pero a alguien que ni siquiera ha llegado verdadera y definitivamente... No, eso es imposible" (p.71)
"Porque no se puede vivir sólo de la realidad, de lo práctico... También hace falta en la vida algo superfluo, llamativo y brillante, algo bello, aunque sea de una belleza barata. La mayoría de las personas no pueden vivir sin el deslumbramiento de la belleza" (p.92)
"- ¿Qué ocurre en el alma cuando nos enamoramos? (...)
- En el alma no ocurre nada (...) Los sentimientos no se manifiestan en el alma. Siguen otro camino. Pero pueden atravesar el alma como el río desbordado atraviesa las zonas inundadas" (p.114)
"Y de golpe comprendí que la persona justa no existe. Ni en el cielo ni en la tierra, ni en ningún otro lugar. Simplemente hay personas, y en cada una hay una pizca de la persona justa, pero ninguna tiene todo lo que esperamos y deseamos. Ninguna reúne todos los requisitos, no existe esa figura única, particular, maravillosa e insustituible que nos hará felices. Sólo hay personas. Y en cada una hay siempre un poco de todo, es a la vez escoria y un rayo de luz..." (p.130)
2
"Lo único seguro son los hechos, la realidad... Todas nuestras explicaciones de los acontecimientos están viciadas por un irremediable halo literario" (p.136)
"No creo que la familia dé la felicidad; nada puede hacernos felices. Pero tener una familia constituye una responsabilidad tan grande que por ella merece la pena soportar los problemas incomprensibles y los sufrimientos inútiles de la vida" (p.138)
"No saben que, a veces, vivir con calma es sólo cuestión de paciencia, porque la armonía que buscan con tanta ansiedad - y que erróneamente llaman felicidad- deriva de unos pocos y sencillos trucos" (p.142)
"Hace falta mucho valor para dejarse amar sin reservas. Un valor que es casi heroísmo. La mayoría de la gente no puede dar ni recibir amor porque es cobarde y orgullosa, porque tiene miedo al fracaso. Le da vergüenza entregarse a otra persona y más aún rendirse a ella porque teme que descubra su secreto... el triste secreto de cada ser humano: que necesita mucha ternura, que no puede vivir sin amor" (p.146)
"Hasta cierto momento en nuestra vida, la soledad nos parece un castigo, nos sentimos como el niño al que dejan solo en un cuarto oscuro mientras los adultos conversan y se divierten en la habitación de al lado. Pero un día nosotros también nos hacemos adultos y descubrimos que, en la vida, la soledad, la verdadera, la elegida conscientemente, no es un castigo, ni siquiera es una forma enfermiza y resentida de aislamiento, sino el único estado digno del ser humano. Y entonces ya no es tan difícil soportarla. Es como vivir en un gran espacio donde siempre respiras un aire limpio" (p.167)
"¿Sabes?, cada persona tiene a alguien, en el proceso misterioso y terrible de la vida, que es su abogado defensor, su acusador, su vigilante, su juez y al mismo tiempo su cómplice. Esa persona es su testigo. Es el único que te conoce de verdad, por completo (...) El testigo pasa toda la vida en el fondo de la escena. Es un compañero de juegos bastante incómodo. Pero no puedes -ni quieres tal vez - librarte de él" (p.198)
"Los enamorados lloran y se prometen eterna fidelidad, juran permanecer siempre juntos, ayudarse y apoyarse; vivirán en la cima de una montaña o en una metrópoli... Pero luego pasa el tiempo, un año, tres años, un par de semanas - ¿te has fijado que el amor, como la muerte, tiene un tiempo que no se puede medir con el reloj ni con el calendario?- , y sus grandes proyectos fracasan, o no tienen el éxito esperado. Y entonces se separan, llenos de rencor o de indiferencia, y recuperan la esperanza o empiezan de nuevo a buscar otro compañero" (pp.205-206)
"Los celos no son más que una forma innoble y miserable de orgullo" (p.207)
"(...) sólo obtienes algo de los libros si eres capaz de poner algo tuyo en lo que estás leyendo. Quiero decir que sólo si te aproximas al libro con el ánimo dispuesto a herir y ser herido en el duelo de la lectura, a polemizar, a convencer y ser convencido, y luego, una vez enriquecido con lo que has aprendido, a emplearlo en construir algo en la vida o en el trabajo..." (p.215)
"Y los celos... ¿qué sentido tienen? ¿Qué hay detrás de ellos? Vanidad, por supuesto (...) el carácter de un ser humano está compuesto en su mayor parte de orgullo; el resto es una mezcla de deseos, generosidad, miedo a la muerte y sentido del honor" (p.241)
"Yo amigo mío, esperaba un milagro. ¿Qué milagro? Sencillamente, que el amor fuese eterno, que rompiera la soledad con su fuerza sobrehumana y misteriosa, que disolviera la distancia entre dos seres humanos y derribase todas las barreras artificiales que habían levantado la sociedad, la educación, el patrimonio, el pasado y los recuerdos" (p.247)
"El amor es una llama más siniestra, más trágica. Un día se enciende el deseo de conocer esa pasión destructiva. ¿Sabes?, cuando ya no quieres nada para ti, cuando no buscas el amor para estar más sano, más tranquilo, más satisfecho, sino que sólo quieres ser, por completo y aun a costa de tu vida. Ese sentimiento llega tarde, muchos no llegan a conocerlo nunca..." (pp.251-252)
"Dos personas que significan algo la una para la otra no pueden vivir guardando un secreto en el corazón. En eso consiste la traición. Lo demás ya no tiene importancia... son cosas del cuerpo, en la mayoría de los casos, un triste jadeo, nada más; amores calculados en lugares prefijados, amores por horas, carentes de espontaneidad... ¡qué tristes, qué mezquinos! Y detrás de todo hay un secreto canalla que infecta la convivencia, como si en alguna parte de la bonita casa, quizá bajo el canapé, hubiese un cadáver en descomposición" (p.258)
3
"Pero la riqueza no te la puedo describir como debería... (...) Como un viaje a un país extranjero donde la gente vive, come, bebe, nace y muere de una forma diferente" (p.296)
"Dijo que en un momento determinado todo se vuelve en nuestra contra porque nunca somos del todo libres, pues lo que hemos creado también nos ata y nos condiciona un poco" (p.298)
"La pobreza es lo peor... Y sin embargo, cuando entré en aquel cuarto no envidié a mi marido. Más bien sentí lástima por él, por haber crecido en aquel quirófano. Tuve la sensación de que alguien que crece en una habitación así no puede ser una persona sana y completa... ¡sólo puede parecerlo!" (p.302)
"¿Sabes?, esa patria, la verdadera, no está en el mapa. Y contiene muchas cosas. No sólo lo bueno y lo bello sino también lo desagradable y lo odioso" (p.309)
"Entonces me di cuenta de que las personas no aguantan para siempre las situaciones en que las pone la vida... ni los individuos ni las naciones... Llega un momento en que alguien empieza a gritar que ya basta, que hace falta un cambio. Y es cuando la gente se echa a la calle y empieza a destrozarlo todo... Pero eso sólo es un circo. La revolución, ¿sabes?, la verdadera, ya ha ocurrido antes, en silencio, en el interior de las personas" (p.317)
"No es verdad que los seres humanos sean todos unos monstruos egoístas. Hay algunos que están dispuestos a ayudar a sus semejantes. Pero lo que los impulsa a echar una mano al prójimo no es la bondad, menos aún la compasión. (...) a veces las personas son buenas porque tienen inhibiciones que les impiden actuar con maldad. Eso es lo máximo que una persona puede dar de sí... Y luego están los que son buenos porque son demasiado cobardes para ser malos" (p.363)
"Y al final, de todas las palabras escritas en todos los libros del mundo, le bastaba con unas pocas palabras húngaras, de esas que tienen un buen sabor, palabras tiernas que se deshacen en la boca..." (p.410)