En esta era crecientemente dominada por las tecnologías digitales, los libros como regalo cobran un significado incluso mayor. Si además incluye una dedicatoria sincera, el libro se transforma en un presente verdaderamente memorable. Después de todo, lo que realmente se regala es una experiencia, un viaje, una emoción. Como dijo Neil Gaiman, "Un libro es un sueño que alojas en tu mano".
Y por regalarme un sueño, doy muchísimas gracias a Maricarmen Vieites. Del color de la leche (2012) es la tercera novela de la escritora británica Nell Leyshon y constituye un hermoso retrato de la Inglaterra rural de 1830.
Pintura de Cristina Fernández Bravo |
Mary, una quinceañera contestona, ingeniosa y atrevida, vive con su familia en una granja, tiene el pelo del color de la leche y nació
con un defecto físico en una pierna, pero logra escapar momentáneamente
de su condena familiar cuando es enviada a trabajar como criada para
cuidar a la mujer del vicario, que está enferma.
El argumento puede parecer sencillo, pero Leyshon hace una hermosa y sensible disección de la emoción humana, en un marco natural bucólico descrito (igual que las estaciones) con sensibilidad poética y con un tinte bíblico (pasajes cortos y frases que comienzan casi siempre por "y"). La narración en primera persona, dirigida personalmente al lector se intercala con diálogos dinámicos y descripciones donde los detalles se eligen con cuidado casi quirúrgico y hacen del libro una novela ricamente estilizada, poderosa.
Y si los sudarios de Edna nos hacen estremecernos, más lo hacen los temas que se iluminan como relámpagos: la familia, la comunidad, los afectos, las decisiones... y una frase que se repite a modo de refrán: "este es mi libro y lo he escrito con mis propias manos" . Los sentimientos enterrados de Mary rugen ahogados como truenos
distantes que presagian tormenta. Y la tormenta llega, creedme.
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