Otro volumen de mi adorada colección Centellas, esos libros de tamaño entrañable y contenido top. La Librería de los Escritores (2014), de Mikhail Ossorguin y traducido por Abel Vidal es el tercero para mí (los anteriores podéis verlos aquí y aquí) y es una lectura tan sorprendente como cálida.
Todo parte de la idea de Pavel Muratov de crear una cooperativa librera detrás de cuyo mostrador se encuentren "representantes de las bellas letras, la filosofía, la historia, la historia de la literatura, el arte, el periodismo y, sobre todo, la bibliofilia y la bibliografía" (p.13). Así junta a Mikhail Lund, Nicolai Minaiev, Vladislav Khodassevitch, Alexéi Rémizov y Mikhail Ossorguin entre otros.
La verdad, no sé quién son y seguramente olvide sus nombres antes de llegar al 2019, pero lo que resuena es la aventura de este grupo de bibliófilos que se agruparon tras la Revolución de Octubre para proteger y salvar a los libros contra la terrible destrucción, "la única institución cultural que salvaguardó su independencia moral y material a través de aquellos años terribles de caos, terror y hundimiento de los valores espirituales" (p.15), la única librería en la que se podía comprar libros sin autorización, con libreros que entendían de libros.
La verdad, no sé quién son y seguramente olvide sus nombres antes de llegar al 2019, pero lo que resuena es la aventura de este grupo de bibliófilos que se agruparon tras la Revolución de Octubre para proteger y salvar a los libros contra la terrible destrucción, "la única institución cultural que salvaguardó su independencia moral y material a través de aquellos años terribles de caos, terror y hundimiento de los valores espirituales" (p.15), la única librería en la que se podía comprar libros sin autorización, con libreros que entendían de libros.
Más allá de una labor cultural, hicieron también un trabajo social, pues eran "los guardianes y los propagadores de los libros, y [ayudaban] a la gente que liquidaba sus bibliotecas a no morirse de hambre" (p.28). Compraron libros (bibliotecas enteras, de hecho) y también editaron opúsculos en sus famosas "ediciones autógrafas" (p.45), constituyendo así "un párrafo bastante particular de la historia de la cultura rusa y, más precisamente, de la del libro ruso" (p.52).
¡Muchas gracias, Dolores López!
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