SI, POBRE VIEJECITA...
Sí, pobre viejecita, ¡ya ninguno te escucha!
Los fastidias a todos con tu buena memoria.
Tu lentitud es grande; su frivolidad, mucha...
y te huyen porque siempre narras la misma historia.
Pero yo soy paciente, y sentado a tu puerta,
escucharé. No temas; puedes hablar tranquila,
mientras menea el viento las ramas de la huerta
y se muere a lo lejos un crepúsculo lila.
Déjalos que se vayan, en su atolondramiento,
a decir, ellos y ellas, palabras mentirosas,
y cuéntame, abuelita, tu mismo viejo cuento,
al compás de tus manos largas y sarmentosas.
En Serenidad (1912)
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