I
Cómo muestro
el deseo.
Su amarga fuerza
esta vez busca la belleza.
Me conmueve una voz,
un canto áspero.
II
Callada,
aprehendo tu
agreste belleza,
claro animal sin artificio.
III
Inocente.
Separado
de las palabras
como por un seto de espejos.
IV
No dices
palabra.
Insisto en que
tu lengua sea
flor de sal
sobre mis quemaduras.
V
Habla.
Aún entre tus brazos
me cercan las palabras.
VI
Me hiere
tu pálido quehacer,
tu mudez obstinada.
Tocas mi fondo de algodón,
bello, hábil y cálido,
pero ningún secreto
logra estremecerte.
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