Thursday, February 22, 2018

Words in Books: Fiesta en la madriguera

Cuando André Breton visitó México en 1938, describió el país como "la tierra misma del surrealismo" por lo excéntrico de la cultura y la identidad mexicana. Misteriosa y ecléctica, muchos han optado por definirla como una colcha de patchwork que combina lo diverso y único de cada parte sin desvirtuar su identidad y esencia originales.


Este paisaje siempre rico y a menudo fragmentario está hábilmente retratado en  Fiesta en la madriguera (2010). Fue el libro elegido para la siguiente sesión del club de lectura de la EOI Santiago. La propuesta partió de Cristina González Piñeiro, profesora y traductora de italiano, en cuyas recomendaciones lectoras confío ciegamente. La primera que nos hizo, hace unos tres años, fue Montedidio, de Erri De Luca, y con eso ya os digo todo.

Esta otra tiene, de hecho, varios puntos de comparación con el texto de De Luca: la frescura y sofisticación de la narración, que nacen sobre todo del hecho de estar contados por niños en edad preadolescente. 

Ambas están ambientadas en "ciudad[es] de sangre" (Montedidio, p.72), pero la porosidad de Nápoles tiene su contrapunto en un México de puertas blindadas donde la madriguera es el palacio de un narco. 

El boomerang del protagonista de Montedidio, cuyo nombre nunca llegamos a saber, tiene un marcado significado como amuleto, como acumulación de tensiones crecientes. También lo tiene la pistola pequeñita de balas minúsculas, si bien de forma más contenida y menos reveladora.

Las dos son fábulas. La violencia de las sociedades que retratan se filtran a través de los ojos de sus narradores. En el caso de Fiesta en la madriguera, son los de Tochtli, el hijo preadolescente de un narcotraficante. Un niño extraño y excéntrico que sólo conoce a unas trece o catorce personas y al que le gustan, como dice la contraportada, "los sombreros, los diccionarios, los samuráis, las guillotinas y los franceses".

Juan Pablo Villalobos como Erri De Luca, maneja la brevedad con destreza, sabiendo que cada elección cuenta cuando quieres contar bien una historia en sólo 104 páginas.  Fiesta en la madriguera constituyó el debut del escritor mexicano, y se clasifica dentro de lo que en inglés llaman (con un cierto desprecio) novella (nuestra "novela corta") porque tanto su duración como su complejidad están a medio camino entre la novela y el relato corto. 

La brevedad no es impedimento para concentrar el pathos del conocimiento limitado de un niño que vive en permanente contacto con la experiencia de la muerte. Las elecciones son cuidadas con precisión casi quirúrgica. El mismo nombre de Tochtli ("conejo" en Nahuátl) está elegido con acierto.  Por otro lado, Tochtli nos dice que se sabe las palabras "sórdido, nefasto, pulcro, patético y fulminante". Creedle y manteneos alerta a su uso en el texto, porque no tendrá el mínimo desperdicio.

"Pero yo no pienso que soy un adelantado. Lo que pasa es que tengo un truco, como los magos, que sacan conejos de los sombreros, sólo que yo saco las palabras del diccionario" (p.11) 
"Los realistas son personas que piensan que la realidad no es así, como tú piensas" (p.13) 
"Lo débiles se conocen en el movimiento. Los fuertes en la inmovilidad" (p.15) 
"Entendí que el prestigio se trata de que la gente tenga una buena idea de ti, que piense que eres lo máximo. En ese caso tienes un prestigio. Patético" (p.35) 
"El pelo es como un cadáver que llevas encima de la cabeza mientras estás vivo. Además es un cadáver fulminante, que crece y crece sin parar, lo cual es muy sórdido" (p.43) 
"En los libros no aparecen las cosas del presente, sólo las del pasado y las del futuro" (p.44) 

Además,  si bien Fiesta en la madriguera carece del carácter etéreo y mágico de Montedidio, Villalobos tiene otro punto fuerte: es un escritor que aboga por "la literatura de la imaginación" y por la ambigüedad. Para él el humor es más que mero entretenimiento, es "un fenómeno catártico que puede perturbar al lector (...) un elemento de enajenación (...) una herramienta para resistir y atacar a los corruptos". Le encanta imaginar a un lector que ríe "inapropiadamente", se arrepiente y reflexiona qué es lo que ha pasado. Y es cierto, el humor es negro, oscuro, sórdido. Cada vez que te asoma la sonrisa, palidece en tus labios y quieres cubrirte la boca.

"A los españoles no les gusta cortarle la cabeza a los reyes. Todavía tienen reyes vivos con la cabeza pegada al cuello" (p.17) 
"En realidad hay muchas maneras de hacer cadáveres, pero las que más se usan son con los orificios" (p.20)  
"La extinción es cuando todos se mueren y no sirve sólo para los hipopótamos enanos de Liberia. La extinción sirve para todos los seres vivos que pueden morirse, incluidos los hondureños como nosotros" (p.57) 

Dwight Garner, crítico del New York Times dijo, tanto de esta novela como de Quesadillas: "They aren’t so much manic-depressive as they are, to borrow Delmore Schwartz’s phrasing, manic-impressive".  I couldn't agree more. Fiesta en la madriguera es bueno y breve. Doble acierto, ya lo dice el refrán. Voy a por No voy a pedirle a nadie que me crea.


Para saber más:

  • Entrevista a Juan Pablo Villalobos sobre su novela No voy a pedirle a nadie que me crea (de dónde he sacado las citas sobre su visión del humor en esta entrada).
  • Artículo en 20 minutos.
  • Artículo en El País (07/03/2017)
  • Artículo en Zenda Libros (13/04/2017)
  • Crítica de No voy a pedirle a nadie que me crea en Babelia.

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