Reproduzco a continuación el artículo en su integridad de Círculo de Poesía, un curioso
texto de Lêdo Ivo sobre Fernando Pessoa. Dos inmortales de la lengua
portuguesa enlazados en la crítica. El texto del poeta brasileño gira en
torno a varias preguntas, entre ellas la siguiente: ¿Cuál aspecto
de la obra de fernando Pessoa le parece determinante en la evolución y/o
en el enriquecimiento de la poesía de este siglo?
Fuente: https://www.escritores.org/biografias/263-fernando-pessoa |
Para conmemorar los cincuenta años del fallecimiento de Fernando Pessoa la revista portuguesa Colóquio/Letras [1] realizó
tres preguntas relacionadas con la obra y la figura del importante
poeta portugués. Las preguntas en cuestión eran las siguientes: ¿Cuál
aspecto de la obra de fernando Pessoa le parece determinante en la
evolución y/o en el enriquecimiento de la poesía de este siglo? De los
poetas portugueses de entre 1950 y 1920, ¿cuál o cuáles, merece
disfrutar, allende las fronteras, de un prestigio semejante al de
Fernando Pessoa? y ¿alguna vez se sintió, o continúa sintiéndose, en
cuanto a su obra, particularmente “deudor” de esta o aquella “enseñanza”
de la obra de Fernando Pessoa? Trece de los más
representativos poetas portugueses y brasileños dieron sus respectivas
respuestas a esa prestigiosa publicación, entre los que se encontraba el
poeta brasileño Lêdo Ivo, de cuyo texto presento una versión al
español.
Mijail Lamas
Dada la gloria mundial de Fernando Pessoa, me parece que su presencia
planetaria, en los ropajes prestados de las traducciones, corresponde a
su identificación con el concepto que el hombre de este siglo hace de
sí mismo. Su lectura, aún cuando sea imaginaria, atiende una necesidad.
Vivimos en un mundo y en una época en que somos al mismo tiempo seres
partidos y divididos, y portadores de los yo sucesivos de las máscaras
que tanto revelan, en vez de ocultar, como ocultan al revelar, en un
juego vertiginoso. Al drama individual y colectivo de esa pulverización
existencial y de esa interminable alteridad, Fernando Pessoa ofrece la
lección de una obra que es simultáneamente una y múltiple bajo el signo
de los sí-mismos y de los otros que se desdoblan y a los que están
incumbidos de completar la tragicómica imperfección humana y estética.
Fernando Pessoa es vario o varios; Álvaro de Campos, Ricardo Reis y
Alberto Caeiro son uno.
Los lectores de Fernando Pessoa en las numerosas lenguas en las que
él (o ellos) ha (han) sido traducido(s) leen en verdad otro Fernando
Pessoa: un nuevo heterónimo lingüístico vuelto posible por idiomas que
no son aquel en el que el poeta, siendo su lenguaje natal intraducible,
incrustó para siempre su genio –esto porque sólo en portugués, y
únicamente en portugués, es que en realidad Fernando Pessoa existe y
prospera en su asombrosa mismidad.
Este fenómeno –la traducción menos de un lenguaje que la propia
poesía, con sus leyes y anti-leyes, convierte intraducible, un
pensamiento o visión del mundo capaz de contagiar lectores extranjeros y
suscitar la atención de la crítica internacional– me hace recordar a
Franz Kafka, su verdadero hermano en la comunidad estética mundial.
Como Kafka, Fernando Pessoa es uno de los poetas y profetas de
Occidente de este siglo, y tal vez aún de “Oriente al oriente del
Oriente”. Su obra, colocada sobre los emblemas del mito y el deseo, de
la ambigüedad y del absurdo, de la prohibición y de la revelación que
continúa siendo un encubrimiento, refleja el universo en que vivimos y
en el que necesitamos ser otro, o los otros, y despertar transformados
en un insecto monstruoso o en un heterónimo, aún sabiendo que el portón
del castillo, aunque abierto, jamás se abrirá para nosotros.
Dentro de este marco, ningún otro poeta portugués nacido entre 1850 y
1920 tendría condiciones para competir con Fernando Pessoa –ni Cesário
Verde con su imaginismo y visualidad, ni Mario de Sá-Carneiro con su
dilacerada ironía, ni Camilo Pessanha con su pujante subjetividad. Al
lector extranjero, Fernando Pessoa dice, en otra lengua, algo que
apenas él, en la soledad póstuma que continúa en la soledad última,
puede decir, y tal vez sea un silencio milagrosamente captado por las
traducciones más diversas y hasta estropeadas.
En mi caso personal, no sé decir si su obra me marcó, si en mí es
deuda o dádiva. Hay ciertos linajes secretos que se pueden percibir
desde fuera, por los otros que fueron la obsesión de Fernando Pessoa
toda vez que él insistía en ser sí mismo para mejor ser otro.
Lêdo Ivo
Traducción de Mijail Lamas
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