Abrir la puerta de un café vienés en busca del solaz de un panecillo que sea refugio de la "atmósfera sofocante" y el "húmedo látigo" del chaparrón de palabras (p.5). Intentar atrapar con los dedos los recuerdos "escurridizos como medusas" (p.7) para reconstruir la imagen de Jakob Mendel, Mendel el de los libros (2018), el hombre que lee "como otros rezan" (p.12), un "saurio andediluviano de los libros" (p.13), "una enciclopedia, (...) un catálogo universal sobre dos piernas" (p.16), una "mente libresca, diamantina" (p.18), un "miraculus mundi, el mágico archivo de todos los libros" (p.46).
"... todos los fenómenos de la existencia sólo comenzaban a ser reales para él cuando se vertían en letras, cuando se reunían en un libro y, como quien dice, se habían esterilizado" (p. 20)
"En su mundo superior de los libros no había guerras, ni malentendidos, tan sólo el eterno saber y querer saber aún más números y palabras, títulos y nombres" (p.42)
Llegamos tarde. En este mundo de gente sin corazón, algo ha quedado "reducido a escombros" (p.47) y de noche sucedió lo inevitable: triunfó la geometría emocional de la fugacidad. Sólo el recuerdo, ese círculo turbulento e invisible, puede inmortalizar su estela.
"Sentí un regusto amargo en los labios. El regusto de la fugacidad. ¿Para qué vivimos, si el viento tras nuestros zapatos ya se está llevando nuestras últimas huellas?" (p.31)
"... los libros sólo se escriben para, por encima del propio aliento, unir a los seres humanos, y así defendernos frente al inexorable reverso de toda existencia: la fugacidad y el olvido" (p.57)
"... mi memoria es de una índole particular, buena y mala al mismo tiempo. Por un lado, obstinada y tenaz, pero por otro también increíblemente fiel. Se traga lo más importante (...) y no devuelve nada de ese mundo subterráneo sin que uno ejerza presión, sólo porque así lo requiere la voluntad. Sin embargo, me basta el más fugaz asidero, una postal, los trazos de una caligrafía en el sobre de una carta (...) y enseguida lo olvidado, como el pez en el anzuelo, resurge de un brinco de la fluida y oscura superficie, vivo y coleando" (p.8)
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