"Creemos estar tan felices percibiendo cosas que pensamos que existen, recordando cosas que creemos que existieron y nada, o casi nada de ello, es verdad" (p.137)
Con esta sentencia demoledora nos enfrenta Helena Matute en el volumen Nuestra mente nos engaña (2018), la décima entrega de la colección "Neurociencia y Psicología" de El País. La declaración de intenciones es igualmente contundente y ambiciosa, en un texto que busca demostrar "... lo poco racionales que somos, lo mucho que nos engañamos a nosotros mismos, lo mucho que vamos cambiando nuestros recuerdos con el tiempo y, por qué no, lo mucho que tropezamos todos nosotros, además, en la misma piedra, una y otra vez" (p.9)
Con un estilo genial y ecléctico, Matute se mueve con comodidad tanto en el laboratorio como en las anécdotas personales, y a través de ambos nos va guiando en un tour por la irracionalidad que guía nuestras conductas y tomas de decisiones. Porque incluso aunque creas que tú no eres de los/as impulsivos/as, sino de los racionales, hasta los más *hiperracionales sois falibles, miopes y emocionales. Todos cometemos engaños sistemáticos que se producen en nuestra memoria, percepción, forma de aprender, de razonar, etc y las propias ventajas evolutivas que tenemos a veces nos llevan a error.
Dado que nadie es inmune a estas flaquezas, Matute quiere ayudarnos a hacer un esfuerzo racional y consciente para mejorar los procesos mentales y comportamentales que han determinado nuestra supervivencia y favorecido nuestra adaptación leyendo más, pensando más y poniendo remedio a toda esa carga de sesgos que llevamos encima (p.45). Hay que usar los atajos cognitivos a nuestro favor, pero también tenemos que detectar los agujeros de seguridad de esos mismos procesos.
"... una sola palabra en la forma de realizar la pregunta a un testigo (...) puede cambiar su recuerdo" (p.94)
"Construimos la realidad a todos los niveles: lo que escuchamos, lo que leemos, lo que recordamos (...) Ni siquiera cuando estamos atentos procesamos correctamente la información" (p.52)
Este libro es, a mi parecer, mucho más que un libro guía para profesionales o una colección de anécdotas para lucirse en las cenas de empresa. Hace una revisión rigurosa de sesgos cognitivos, heurísticos, errores y ruido que nos lleva a reconsiderar la propia "suciedad" que atribuimos a la palabra irracional. El resultado es una gira vivaz y amena de la psique humana muy en la línea de The Upside of Irrationality de Dan Ariely.
Y por cierto, que otro de los valores de este libro es el poso que deja y las lecturas a las que te conduce: Daniel Kahneman, Wray Herbert, Elizabeth Loftus o Charles Spence.
Lean, señores y señoras. Nadie está libre de sesgos.
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