Friday, August 10, 2018

Letters in Books: Tea Rooms. Mujeres obreras



No puedo agradecer lo suficiente a Dolores López haberme introducido a Luisa Carnés, esa sinsombrero sombrerera y escritora olvidada por la historia. El año pasado por estas fechas leía Trece cuentos (de los que os hablé aquí) y éste ha tocado Tea Rooms. Mujeres obreras (2016).

Matilde es nuestra mentora mientras nos sumergimos en el asfixiante "ambiente áspero, caliginoso, pesado" (p.63) de un salón de té en el que se desarrollan las historias íntimas de Esperanza, Paca, Felisa, Laurita, Trini, Marta, Cañete, "el Ogro" o Pietro Fazziello entre otros. 

A través de sus ojos nos adentramos en un mundo extremadamente clasista:
"Eh, por la escalera interior". La primera vez que se lo oyó a un portero de librea dividió mentalmente a la sociedad en dos mitades: los que utilizan el ascensor o la escalera principal, y "los otros", los de escalera de servicio; y se sintió incluida entre la segunda mitad" (p.26) 
Una sociedad hipócrita como el propio salón de té: cristalera atrayente, abrillantado tablero de cinc, bandejas llenas de pastas perfectamente alineadas, cajones de botellines de leche y cestos de mimbre colmados de panecillos recién horneados. Pura fachada, porque si observamos con mayor atención  y detenimiento, percibimos el repulsivo olor a crema rancia y vemos corretear a cucarachas y ratones al tiempo que se reciben fatídicas cartas rosas (p.150) o se cometen abortos brutales (p.201).

Un entorno laboral donde se obliga a las mujeres día a día a diluir su identidad y se las fuerza a luchar por un pedazo de pan en una experiencia de aprendizaje que se "paga en lágrimas y en humillaciones" (p.79) para ganar un sueldo a cambio de dejarse la piel, los principios y la moralidad.
"El invierno enerva los miembros y agrieta las manos desnudas; pero la mujer pobre lo prefiere al estío y a la primavera, porque ante todo tiene un sexo y un concepto d ela feminidad, que cultiva como la mujer rica su fina desnudez en las playas cosmopolitas" (p.22) 
"Diez horas, cansancio, tres pesetas" (p.34) 
"La dependienta, dentro de su uniforme, no es más que un aditamento del salón, un utilísimo aditamento humano. Nada más" (p.36) 
"En estos clavos cuelgan las empleadas cada mañana su personalidad para recogerla cinco horas después" (p.41) 
"¿No puede este prestarse a ciertas cosas, tan naturales, por lo demás? En ese caso, lárguese. Y si tiene hambre, coma moralidad, hijita" (p.88)
Unas condiciones inhumanas sin vacaciones, con las "salidas" (p.55) suspendidas y despidos improcedentes que no dejan más alternativa que  "echarse a la vida" (p.190) para matar un hambre "de toda la vida, sentida a través de varias generaciones de antecesores miserables" (p.81).

La novela es una caja de herramientas para investigadores de ciencias sociales y un retrato vívido de la historia laboral de la masa de mujeres obreras. Un espejo de realismo social que pone en valor el trabajo femenino en tiempos de pobreza donde la única salida, apuntada por Matilde, es la solidaridad (p.145) y "la lucha consciente por la emancipación proletaria mundial" (p.200).
"La obrera española, salvo contadas desviaciones plausibles hacia la emancipación y hacia la cultura, sigue deleitándose con los versos de Campoamor, cultivando la religión y soñando con lo que ella llama su "carrera": el marido probable" (p.43) 
"Matilde dice las cosas de un modo que no admite réplica. Sin desentonos de voz, sin titubeos. Sus palabras categóricas, sencillas, han establecido una fría laguna entre Matilde y su jefa inmediata" (p.44) 
"Hoy sabemos que las mujeres valen más que para remendar ropa vieja, para la cama y para los golpes de pecho; la mujer vale tanto como el hombre para la vida política y social" (p.199) 
"Hay que destruir toda esta carroña. Destruir. Para edificar. Edificar sobre cimientos de cultura. Y de fraternidad" (p.204)

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