Silvia Pérez Cruz es una artista sublime, que encandila con su magia, y aún así, lleva la fama con ligereza. Como en el anterior concierto (que os conté aquí), nos deslumbró de nuevo el 21 de octubre en el Auditorio de Galicia. Lo que me fascina de esta mujer es su capacidad de personificar la elegancia musical de las divas clásicas como Edith Piaf, Celia Cruz o Amália Rodrigues combinándola con un acercamiento contemporáneo a temas eternos.
Por la variedad de público asistente al concierto, se ve que múltiples generaciones sienten su magnetismo. El suyo y el de un increíble quinteto de cuerda que la acompaña y que colabora en las versiones tan especiales y únicas que hace de clásicos que amamos como La lambada o Hallelujah. Este equipo llenó la sala con un romanticismo personal e íntimo que paró el tiempo durante un par de horas.
Pero esto no es todo, porque en cada concierto hay una sorpresa, algo que te llevas a casa, además del alma removida y desordenada. En este caso, fue esta preciosa joya de la que os dejo un fragmento grabado en vídeo. Se trata de Mañana, una canción que utiliza como letra un poema de Ana María Moix que desconocía.
Preciosa, profunda, nostálgica. Y por supuesto, quería descubrir a la escritora detrás de esos versos. Difícil porque No time for flowers y otras historias es un libro editado en 1971 que ya está fuera de circulación. Aún así, descubrí el Almacén de los Libros Olvidados y allí estaba un ejemplar, uno solo, precioso, pequeñito, que llegó a mis manos dos días más tarde. No os puedo describir la alegría de tenerlo por fin, como un pequeño tesoro; supongo que es ese principio de la escasez que nos persuade de que algo es importante precisamente porque es casi inaccesible.
El librito es un compendio de versos violentos sobre el amor, la muerte y las decisiones. Versos que son océano y rompen el hacha que tenemos dentro. Nos colman de nada mientras la muerte entra y toma el candelero, llenando el hueco y abriendo la puerta a la ansiedad. Para que se vaya. Versos con abrigo tecnicolor que son válvula y presumen de su hostilidad y sus elipsis estratégicas que desordenan el cerebro.
"Cómo hiere la belleza cómo hería tu mirada destrozaba" (p.27)
"Fueron aquellos los pasos más vacilantes de una vida Tus dedos modelaban en el barro hasta conseguir una figura de mujer No tuviste rostro ni voz a dónde fue tu cuerpo a dónde fue el amor a dónde tu sonrisa de cristal" (p.28)
"Y una voz le dijo toma mi corazón mi rostro que empieza a ser enjuto toma mis uñas roídas por las horas, en mis ojos de ser enamorado habita un pájaro que busca el árbol del ahorcado" (p.29)
"El ensueño y la nada cómo se parecen a altas horas de la noche" (p.32)
"Antes se lo dijo a aquel joven de ojos de cristal podrías componer un poema con mis pestañas quemadas una historia de la herida que hay en mi mirada podrías escribir un poema con mis frases inconexas, con mi risa de estúpida alocada, de monigote escarnecido perfectamente colocado en las aceras de las calles, en la cola de los cines, a la entrada de los bares, cuanto falta para la cita, como si no supiera que esta noche no vendrá" (p.32)
"Porque la belleza cómo mata jugando de verdad a las controversias" (p.34)
IV
When I am dead, my dearest,
Sing no sad songs for me.
Christina Georgina Rossetti
"Cuando yo muera amado mío no cantes para mí canciones tristes, olvida falsedades del pasado, recuerda que fueron sólo sueños que tuviste.
Hubo un palacio de quimeras en mi rostro. Eso fui Mi epitafio preferido sería que mañana, cuando la tierra cubra ese cuerpo dolorido que es el mío, tú anduvieras desangrándote por calles y plazuelas, diciendo mi nombre, no en voz baja, que se apaga tan sólo con el ruido de unos pasos, no con palabras encendidas, ya dijimos que se venden, no con ojos enrojecidos por las lágrimas, que quizá no serían para mí.
Este sueño este sueño que tuviste y que fue tuyo. Mira, no vayas a la playa, mañana, a esa hora tan privilegiada, tan justamente pretendida, cuando mi sangre ya esté helada y mis uñas que comía por no verte y que sólo pintaba de vez en cuando para ti, ya no serán rosadas ni moradas negro refugio de gusanos hambrientos. Si fueran, como dijiste un día para conquistarme, de seda. Pero no habrá capullos bajo tierra. ¿Por qué deshicimos el mundo soplando sobre él como antaño sobre un pastel? El tiempo nos perdió, no el que vivimos, ni el que soñamos, se nos contagió. Soplará el viento, caerá la lluvia, pesará la nieve, primero sobre la tierra después sobre mi cuerpo. Entonces, a esa hora, cuando en ningún bar de la ciudad puedas encontrarte mi mirada ¿cómo no iba a recordártelo a cada instante? Construimos un castillo en la otra orilla
Mataste un pájaro en el monte en primavera para hacer de sus plumas torreones y cortamos miles de rosas para con sus pétalos edificar la fachada principal. ¿Recuerdas? Qué problema planteaba el puente levadizo, un hada nos sopló al oído que fuera lirios
Y yo, que siempre fui tan tonta, pregunté cómo asusta el silencio de mañana si no sufriría frío el duende del castillo No pusiste cristales en las ventanas. Me enseñaste que en los castillos medievales las ventanas los cristales. Pero me los concediste y afirmaste que la fuerza de mis ojos guardaría el duende de morir a causa de los fríos invernales. Cuando yo muera, mañana, habrá cesado el miedo de pensar que ya siempre estaré sola, entonces no vagues por las calles, no entres a tomar copas por las calles, (...) Qué falsa invulnerabilidad la felicidad Dónde estará ahora Dónde estaré mañana No me mandes flores a casa No pongas rosas sobre el mármol de mi fosa No vagues por las calles, no escribas cartas sentimentales que sólo serían para ti. Ese sueño ese sueño que tuviste, extraño paraíso de ilusiones, lo supiste, antes que nadie, cómo muere poco a poco un corazón, cómo atrae la llamada de un recuerdo aunque falso cómo guía nuestros pasos..." (pp.37-39)
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