Hace un par de meses, como comenté en una anterior entrada, adquirí el libro Las cartas de Groucho (1975, traducción al español de Jos Oliver del original The Groucho Letters. Letters from and to Groucho Marx (1967)) con introducción de Arthur Sheekman.
Puede que no todo el mundo haya visto las películas de Groucho Marx (1895-1977), pero todos reconocemos al cómico y sus icónicas e inconfundibles señas de identidad: cejas pobladas, bigote ancho y por supuesto el imprescindible puro. Y es que, como el propio Marx dijo, los buenos cómicos son "mucho menos comunes y mucho más valiosos que todo el oro y las piedras preciosas del mundo". Pero, ¿qué es lo que ha hecho perdurar la imagen de Groucho en nuestra memoria? ¿Sus películas? ¿Su simpatía natural? ¿La ironía acérrima?
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En una entrevista de NPR a Lee Siegel, biógrafo de Marx (Groucho Marx. The Comedy of Existence, 2016), Siegel sugiere que Groucho, más que provocarnos la risa por el elemento cómico de sus comentarios, lo hace por la sorpresa que producen. Tanto él como sus hermanos triunfaron comportándose en público como si estuviesen privado, diciéndole a su audiencia cosas que los demás sólo les contaban a sus amistades íntimas o a sus psiquiatras.
En este sentido, su correspondencia constituye un documento revelador de sus aficiones, manías, amigos y enemigos y de que no se le daba nada mal escribir. Sheekman recoge en la introducción el telegrama (p. 7) que Groucho envió como respuesta a sus editores cuando le sugirieron la idea de publicar su correspondencia:
RECIBIDA SU CARTA E INMEDIATAMENTE QUEMADA. PREFIERO QUE LOS EXTRAÑOS NO HUSMEEN MI CORRESPONDENCIA. LO DISCUTIRÍA CON DETALLE PERO MI SECRETARIA TIENE UNA CITA DENTRO DE CINCO MINUTOS... CONMIGO.
Al final, Groucho cambió de idea, y el libro recoge cartas (cuyos originales se conservan en la Library of Congress) a sus hermanos, su hijo, su médico, el novio de su hija, amigos, compañeros de profesión (Eddie Cantor y Jerry Lewis entre otros), empresarios varios (Howard Hughes o el presidente de la Chrysler), escritores (E.B. White, James Thurber o T.S. Eliot) o periodistas y se agrupan en diez secciones: La industria del cine, Vida privada, Hablemos de televisión, Groucho y otros hombres de letras, Grouchy, Broadway y Hollywood, Para publicar, Amigos en el extranjero, Incursiones desmayadamente políticas y Sin contemplaciones.
Algunas cartas son irónicas, otras tiernas, sarcásticas, desdeñosas, agudas,... pero siempre son Groucho y conservan su esencia y su ingenio. Además, como Falstaff, inspira la comedia en otros, pues la mayoría de las cartas escritas a él están sazonadas de su mismo espíritu cómico.
Personalmente, me quedo con la carta a los Warner Brothers para dar respuesta a una amenaza legal cuando los hermanos Marx estaban a punto de rodar A Night in Casablanca (1946) por considerar que plagiaba el nombre Casablanca (1942, con Humphrey Bogart e Ingrid Bergman como protagonistas). Groucho se defiende haciendo gala de una elegante astucia y picardía:
"Sencillamente, no comprendo su actitud. Aun cuando pensaran en la reposición de su película, estoy seguro de que el aficionado medio al cine aprendería oportunamente a distinguir entre Ingrid Bergman y Harpo. No sé si yo podría, pero desde luego me gustaría intentarlo" (p. 16)
"Ustedes reivindican su Casablanca y pretenden que nadie más pueda utilizar ese nombre sin su permiso. ¿Qué me dice de "Warner Brothers"? Es de su propiedad, también? Probablemente tengan ustedes el derecho de utilizar el nombre de Warner, pero ¿y el de Brothers? Profesionalmente, nosotros éramos "brothers" mucho antes que ustedes" (p. 17)
Las cartas a Arthur Sheekman, crítico dramático, escritor y guionista son divertidísimas:
"No soy capaz de dormir. Seguramente tú te preguntarás: "¿Por qué no puede dormir? Tiene dinero, belleza, talento, vigor y muchos dientes". Pero la posesión de todas esas riquezas no tiene nada que ver con ello" (p. 25)
"Anoche cené con Chaplin (...) y me dijo, entre otras cosas que no es judío pero que le gustaría serlo. Dijo que era en parte escocés, inglés y gitano, pero creo que no está muy seguro de lo que es" (p. 28)
"Querido Sheek:
No he sabido más de ti. Imagino que te has muerto. Si no respondes a ésta, mandaré una corona a la Calle 48" (p. 36)
Otros extractos dejan entrever algunos vislumbres de ternura pero siempre como decíamos aderezados con sus características dosis de humor:
(a su hijo Arthur) "Esto es realmente (la) vida. No se necesita pelota de golf, ni caddy, ni raquetas, ni cuerdas de tripa anudadas. Todo lo que se necesita es un corazón intrépido, hombros fuertes, mucho viento y un estómago de hierro colado" (p. 47, 48)
(a una niña) "Ahí va el autógrafo. Te mandaría un mechón de mi pelo pero está lavándose en la peluquería" (p. 59)
(a Alex Gottlieb, productor cinematográfico) "Han pasado muchas lunas y la estación de las lluvias, con sus habituales diluvios, está a punto de inundarnos con agua suficiente para hacer que Noé (si está en algún lugar de las inmediaciones) empiece a recoger dos de cada, otra vez" (p. 65)
(a Goodman Ace): "Debo regresar rápidamente para ver cuán diestra y profesionalmente el arquitecto y sus secuaces excavan, no los cimientos de la casa de mis sueños, sino los restos de mi cuenta bancaria" (p. 128)
Destacan para mí aquellas cartas que aluden a cartas en sí:
"He recibido las cartas y el cheque. Esta vez guardaré el cheque e ingresaré las cartas. ¡No voy a correr riesgos!" (p. 25)
"Querido Arthur:
No puedo comprender por qué no recibes ninguna carta mía. Quizá sea porque no te he escrito" (p. 52)
(de Goodman Ace a Groucho) "Hubiera contestado antes a tu carta, pero no me habías mandado ninguna" (p. 111)
(a Goodman Ace): "Abrazos para ti, para Jane y para todo tu dinero, y cuéntame algo de ti aunque sea sólo en una carta de veinte páginas" (p. 136)
(a E.B. White, escritor): "No es fácil escribir ni siquiera una breve nota al hombre que acaba de publicar un libro sobre los escollos de la lengua inglesa. Mire, yo escribo de oído. Intenté escribir a máquina pero me pareció demasiado pesado. Intenté luego dictar a mi secretaria pero tras varios meses de vanos esfuerzos me dic cuenta de que también ella era pesada" (p. 143)
(de Frank Sullivan): "Tu carta (...) me caldeó las entretelas del corazón. (...) Creo que estas entretelas ya están en su punto ahora y será mejor quitarlas del fuego" (p. 157)
(a Frank Sullivan): "(...) tu letra ha empeorado mucho. Suponiendo que hayas escrito este sobre, te sugiero que vuelvas a la universidad de Cornell y has un curso de repaso sobre la escritura de sobres" (p. 159)
"Hay tres razones por las que no te he escrito. La primera, que no estaba seguro de adónde iría la próxima semana; la segunda, que cuatro saltos al día dejan muy poco tiempo para escribir cartas, y la última razón y la más importante es que no se me ocurría nada que decirte" (p. 197)
(a David Susskind, animador de programas de tv): "Mantener correspondencia con usted es como escribir cartas a una mina de carbón abandonada o a un doloroso vacío" (p. 237)
(a Sheekman): "(...) he mantenido correspondencia con tu hija. Ella me escribió una larga y exuberante carta. Como respuesta, le escribí una breve y concisa nota. Ella me escribió entonces una carta dos veces más larga que la primera, así que abandoné y le mandé un ejemplar de Guerra y paz. Espero que esto la mantenga callada hasta después de las vacaciones" (p. 274)
Breves pero acérrimos son los pasajes de crítica, sobre todo los que dirige a la televisión: "La televisión es la carrera de ratas de este siglo" (p. 183); "Para mí , lo único bueno de la televisión es que me ha permitido ganar mucho más dinero del que merezco" (p. 187); " (...) la televisión (...) como sedante no tiene igual" (p. 215)
En definitiva, un libro ameno y divertido. Aún así, definitivamente, hubiese sido mejor leer la correspondencia en su versión original en inglés, pues la traducción al español a veces era mejorable, como se puede ver por los siguientes pasajes (negrita propia):
"Su retrato está enmarcado sobre la repisa (...) nadie le reconoce sin el puro y los ojos que dan vueltas" (p. 166)
"El hecho es que los planes mejor trazados de los ratones y de los hombres, etc" (p. 167)
"(...) quiero darte las gracias por tu carta de cumplido" (p. 218)
"Siento no haber podido ir a tu fiesta la otra noche, pero en el declive de mis años me he convertido en una mariposa de sociedad" (p. 231)
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