Tuesday, October 31, 2017

Letters in Books: El arte de la ficción


David Lodge (1935) es un polifacético novelista británico que se retiró de sus labores en la facultad de inglés de Birmingham University en 1987, pero en 1991 consintió en escribir una serie de columnas para el suplemento de libros de The Independent, como continuación a las escritas por James Fenton con el título de "Ars Poetica".

"Siempre he considerado la narrativa como un arte esencialmente retórico; quiero decir que el novelista o el cuentista nos convence para que compartamos cierta visión del mundo mientras dure la experiencia de la lectura, con el efecto, de esa extasiada inmersión en una realidad imaginaria que Van Gogh capturó tan bien en su cuadro La lectora" (p.13)

"Este es un libro para gente que prefiere tomar la crítica literaria en pequeñas dosis, un libro para ojear y hojear, un libro que no intenta decir la última palabra en ninguno de los temas que aborda, pero que mejorará, espero, la comprensión y el disfrute de la ficción en prosa de los lectores, y les sugerirá nuevas posibilidades de lectura -o, quién sabe, incluso de escritura- en este género literario, el más variado y placentero de todos" (p. 14)

En El arte de la ficción (traducción de Laura Freixas) compila esos 50 artículos y los elabora un poquito más. Cada uno de ellos comienza con un breve extracto de ficción, que luego desarrolla, haciendo una deconstrucción del trabajo del novelista y analizando los mecanismos y engranajes de la ficción: la intertextualidad, el narrador, los cambios temporales, el flujo de conciencia, etc e ilustrando cada aspecto con un extracto de una novela conocida.

"... el comienzo de la novela es un umbral, que separa el mundo real que habitamos del mundo que el novelista ha imaginado. Debería, pues, como suele decirse, "arrastrarnos"" (p.19)

"... las cartas son la crónica de un proceso que está en curso; o, como lo expresó Richarson: "Mucho más vivo y conmovedor... será el estilo de aquellos que escriben en el momento álgido de una aflicción presente, con la mente atormentada por las punzadas de la incertidumbre... de lo que puede ser el estilo narrativo seco e inanimado de una persona que relata dificultades y peligros superados..."" (pp.46, 47)

"Para lectores poco familiarizados con la novela convertí así un efecto de suspense ("¿qué ocurrirá?") en un efecto de enigma o misterio ("¿cómo lo hizo?"). Esas dos preguntas son los principales resortes del interés narrativo, tan antiguos como el mismo arte de contar historias" (p.57)

"En un famoso ensayo publicado por primera vez en 1917, Victor Shklovsky afirmaba que el propósito esencial del arte es vencer los mortíferos efectos de la costumbre, representando cosas a las que estamos habituados de un modo insólito" (p.87)

"Pero la prosa de ficción es maravillosamente omnívora, capaz de asimilar discursos no ficticios de todo tipo: cartas, diarios, declaraciones, incluso listas... y adaptarlos a sus propios fines" (p.101)

"Los fenómenos meteorológicos se usan pues a menudo para provocar el efecto que John Ruskin llamó "la falacia patética", la proyección de emociones humanas sobre el mundo natural" (p.132)

"Una novela experimental es la que ostensiblemente se desvía de los modos habituales de representar la realidad - ya sea en lo tocante a la organización de la materia narrativa, o en el estilo, o en ambas cosas- para intensificar o para modificar nuestra percepción de esa realidad" (p.161)

Sin caer en el academicismo, hace un análisis persuasivo y accesible con un estilo periodístico fresco y lapidario. Es obvio que Lodge sabe mucho más de lo que demuestra, y por eso es un ejercicio tan loable. Define los términos del trabajo novelístico de forma precisa y sucinta, de tal manera que es una lectura placentera que podría ser libro de cabecera de muchas clases de literatura en la enseñanza secundaria o de teoría literaria en la universidad.

Las selecciones de los textos son variadas, con preferencia de los autores británicos, claro: Jane Austen, Ford Madox Ford, E.M. Forster, George Eliot, Thomas Hardy, Henry James, ...

Como lectora, me interesa saber qué convierte en un texto en grande, qué ingredientes ha usado ese wordsmith y qué combinación o fórmula mágica ha aplicado para que nosotros, ordinarios mortales sin muchos conocimientos de cómo funciona la gran máquina literaria, caigamos de tal manera en su red de palabras. David Lodge coge ese sueño y lo convierte en realidad animándonos a leer diferentes textos con un mayor aprecio por su técnica. Un libro para atesorar, y por eso doy muchísimas gracias a Dolores López por el descubrimiento.

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