ARRANCACORAZONES
Mi corazón entonces dolía, y era grande.
Palpitaba sin aliento, sin ímpetu,
doliendo mientras crecía cada noche
sitiado en la lluvia y el frío invernal,
lo mismo que en el tiempo del origen.
Todo era mar y la balsa buscaba una laguna.
Esperaba despierta que atenuara el dolor,
retroceder en el tiempo hasta el hueco
donde no había nada, y tampoco corazón.
Alguien vino a traer en calma el día
al posar sus manos en mi órgano viscoso
que escupió una voluta exangüe y aérea.
Así durmió mi dolor retenido,
mi mal sueño extrañado
ya nebuloso, casi amanecido.
Recuerdo cómo retorció la víscera
al mirarme a los ojos;
arrancada huérfana de mí,
hecha pedazos,
por un instante muerta.
Cuando de su boca aspiré el aire detenido,
mi carne abierta aún, dejó a la vista
renacido,
un pequeño corazón
que reía al latir nuevo
y sin angustia;
de vuelta al calor las nubes tranquilas.
Palpitaba sin aliento, sin ímpetu,
doliendo mientras crecía cada noche
sitiado en la lluvia y el frío invernal,
lo mismo que en el tiempo del origen.
Todo era mar y la balsa buscaba una laguna.
Esperaba despierta que atenuara el dolor,
retroceder en el tiempo hasta el hueco
donde no había nada, y tampoco corazón.
Alguien vino a traer en calma el día
al posar sus manos en mi órgano viscoso
que escupió una voluta exangüe y aérea.
Así durmió mi dolor retenido,
mi mal sueño extrañado
ya nebuloso, casi amanecido.
Recuerdo cómo retorció la víscera
al mirarme a los ojos;
arrancada huérfana de mí,
hecha pedazos,
por un instante muerta.
Cuando de su boca aspiré el aire detenido,
mi carne abierta aún, dejó a la vista
renacido,
un pequeño corazón
que reía al latir nuevo
y sin angustia;
de vuelta al calor las nubes tranquilas.
En Descrédito de la certeza (2017)
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